Chapter 2: ¡Nova!
La primera parada de Oak fue en Ciudad Fucsia, donde se encontraba la quinta medalla de gimnasio.
Oak se había alejado bastante de Ciudad Paleta para poder venir a Ciudad Fucsia y arreglar estos asuntos. Al enterarse de que aquellos Pokémon habían estado robando para alimentar a un pequeño niño, dedujo que sus actos cesarían al ya no estar con ellos.
Al llegar a Ciudad Fucsia, lo primero que hizo fue visitar una tienda cercana, la cual había sido víctima de aquellos Rattata que les habían robado algunas bayas anteriormente. Oak le contó a la dueña que el problema ya había sido solucionado.
—¡Muchas gracias, profesor! Tome esto como un regalo de nuestra tienda —dijo la señora, mientras comenzaba a rebuscar entre unas cajas hasta sacar algo. Luego se lo entregó al Profesor Oak—. Esta es una Baya Zidra, procedente de Johto. Quiero dársela como agradecimiento por su esfuerzo al ayudarnos.
El Profesor Oak se quedó un poco sorprendido. Hacía tiempo que no veía una Baya Zidra, ya que estas no se cultivaban en Kanto, y también porque estaba tan sumergido en su investigación que no tenía tiempo para probar manjares como este. Después de todo, se considera una de las bayas más amadas por los Pokémon y los humanos debido a su dulce sabor.
Oak tomó la baya y, cuando se llevó la mano a la espalda, una mata de pelo verde apareció y se tragó más de la mitad de la baya de un solo mordisco, sorprendiendo a la dueña.
—Vaya apetito tiene, profesor Oak. ¿Es su nieto?
Oak asintió, lo que conmovió a la dependienta al ver cómo el profesor intentaba compaginar su estudio sobre los Pokémon con pasar tiempo con su familia.
Oak le ofreció el resto de la baya al pequeño, quien la devoró de un solo bocado. Luego se despidió de la dueña de la tienda. Aún quedaban algunas tiendas y ranchos por visitar en Ciudad Fucsia, y algunos de ellos estaban bastante alejados.
Con un suspiro, Oak, acompañado del pequeño en su espalda, siguió su camino, hablándole sobre la ciudad. Mientras el niño lo escuchaba con atención, sus ojos brillaban de emoción... ¿o quizás de reconocimiento? Oak notó algo extraño, pero no le dio mucha importancia.
Cuando cayó la noche, Oak ya había visitado todos los negocios y ranchos afectados. Había sido agotador, pero la presencia entusiasta de su nuevo nieto hizo que la tarea fuera más llevadera.
—Hoy dormiremos aquí. No quiero surcar los cielos de noche, podría ser peligroso.
Aunque eso era cierto, también quería que su nieto experimentara cómo se siente volar y ver Kanto desde lo alto. Solo imaginar su expresión de asombro y su sonrisa brillante lo llenaba de una emoción que palpitaba en su corazón.
"Por fin soy abuelo... y voy a poder enseñarle tantas cosas sobre mi profesión", pensó Oak, quien ya se imaginaba al pequeño con una bata de laboratorio, tomando apuntes mientras él era electrocutado por un Pikachu.
Dejando sus pensamientos de lado, se dirigió a un hotel cercano y alquiló una habitación por una noche, asegurándose de que tuviera una cuna.
Una vez dentro y con la noche ya avanzada, sacó al pequeño de su espalda. A pesar de haber pasado todo el día aferrado a él sin soltarse ni un solo instante, aún tenía energía de sobra, lo cual sorprendió a Oak.
Levantándolo en alto, lo miró a los ojos y se dio cuenta de algo.
De repente, un pensamiento lo golpeó.
—Es verdad... todavía no tienes un nombre, pequeñín.
Oak se sorprendió y, a la vez, se sintió algo triste al darse cuenta de que lo había olvidado por completo.
—¿Qué nombre podríamos ponerte?
Oak comenzó a pensar.
—¿"Verde"? Quedaría bien por su cabello, pero creo que no le gustaría… "Azul" y "Rojo" también están fuera de la ecuación. Si no le gusta "Verde", menos aún esos dos nombres. ¿"Oak Jr."?
El niño, como si pudiera leer sus pensamientos, comenzó a mover la cabeza de un lado a otro en señal de protesta, lo que dejó a Oak aún más sorprendido.
Antes de que pudiera seguir pensando, una pequeña voz infantil lo interrumpió.
—Nova.
Oak parpadeó, confundido.
—¿Nova?
No había notado de dónde venía la voz.
—Es un muy buen nombre… "Nova" hace referencia a algo brillante y revolucionario. Creo que es perfecto para ti.
Oak asintió, decidido a llamarlo así. De pronto, la emoción lo embargó.
Dio vueltas en círculos con Nova en brazos, mientras el niño lo observaba con una sonrisa adorable.
—¡Acabas de hablar!
Oak estaba eufórico. Durante todo el tiempo que llevaban juntos, Nova solo había asentido o negado con la cabeza, lo que le había hecho pensar que no podía hablar o que no sabía cómo expresarse.
—¡Estoy tan emocionado!
Se detuvo al notar que estaba mareando a Nova.
—¡Puedo sentirlo, Nova… este mundo será tuyo!
Oak podía verlo en su mirada. Nova compartía una conexión con los Pokémon inimaginable para cualquier humano. Si le enseñaba los conocimientos y valores correctos, si lo guiaba por el camino adecuado…
Nova no solo sería el mejor entrenador de Kanto… ¡Sino el mejor del mundo!
Oak sonrió para sí mismo.
—Llegarás a lugares donde nadie ha llegado antes… descubrirás cosas que ni yo podría imaginar. Aunque aún no puedas comprender del todo mis palabras… confío en ti, Nova.
Una risa cálida llenó la habitación. Nova reía como el niño pequeño que era, pero sus ojos brillaban con un destello de compromiso. Oak lo notó y sonrió también, comenzando a reír junto con él.
En medio de su alegría, alguien llamó varias veces a la puerta de la habitación.
Ambos se miraron, confundidos.
Oak se acercó lentamente y abrió la puerta.
—Disculpe, Profesor Oak —dijo el recepcionista con el ceño fruncido—, ¿podría bajar un poco el volumen? Hemos recibido varias quejas por su alboroto.
Oak asintió de inmediato, con una gota de sudor deslizándose por su nuca. Nova hizo lo mismo.
Cuando cerró la puerta, el profesor supo que era hora de dormir.