Salvador de heroínas perdedoras: Ayanokouji Kiyotaka x Makeine

Chapter 13: Capítulo 11: Inicio de un día deportivo



La luz del sol me acaricia la cara a través de las cortinas, pero mis ojos siguen cerrados. Los pájaros cantan a lo lejos, un sonido suave que me llega como un eco lejano. El sueño todavía se aferra a mí, como un cobijo cálido que no quiero dejar ir. Un parpadeo lento. Uno más. Mi cuerpo se estira de manera casi automática, buscando más espacio entre las sábanas que ya no me parecen tan acogedoras. El tirón de mis músculos adormecidos me recuerda que aún no estoy completamente despierto y que la comodidad de la cama está ganando la batalla.

Lamentablemente mi cerebro no podía seguir a mi corazón, obligándome a levantarme de mi cómoda cama.

Al despertar miré alrededor de mi habitación, viendo que nada se había movido mientras dormía, como si el mundo seguía su curso sin alterarse por los pensamientos fugaces que había tenido la noche anterior. El día comenzaba sin prisa, con una calma que me invitaba a no hacer mucho esfuerzo. El sol, apenas asomando por la ventana, enviaba haces de luz que tocaban suavemente las paredes.

Me levanté de la cama con mi cuerpo aún protestando por la interrupción de ese descanso placentero. Al caminar hacia el baño, trate de no pensar demasiado en la fatiga que sentía, sabiendo que la actividad física del día me despejaría. Mientras me lavaba la cara, me encontré observándome en el espejo, como si esperara que la reflexión me diera alguna respuesta, pero como siempre, estaba en blanco.

No tenía ninguna clase de motivación en ir a la escuela, desde que abandoné ese lugar lo único que había hecho fue vagar sin rumbo buscando algo que me devolviera el sentido de las horas y los minutos. Pero la rutina era una sombra que se deslizaba tras de mí, siempre presente, siempre indiferente. El cansancio en mi rostro me lo recordaba: había dejado de luchar contra esa falta de propósito, dejándome arrastrar por el río lento de la inercia.

La escuela, en realidad, solo era un medio, una forma de alcanzar un título y un empleo bien remunerado. Pero al observar los esfuerzos y las luchas de los demás por llegar a la cima, me hacía sentir agotado. ¿Para qué todo eso? ¿Para seguir el mismo camino, uno tras otro, hasta perderme en el mismo ciclo de siempre? A veces me pregunto si alguien realmente sabe por qué sigue adelante, o si simplemente seguimos caminando porque no sabemos cómo detenernos.

De todos modos, dejé de lado esos pensamientos por un momento. Al final, mis dudas y mi cansancio no cambiarían nada de lo que debía hacer. Después de bañarme y secarme, me puse la ropa deportiva. Hoy era jueves, y eso significaba que tenía clase de educación física. Aunque no me sentía especialmente motivado, el simple hecho de hacer algo diferente siempre me daba algo de alivio.

Salí de la habitación y me dirigí hacia la escuela. El aire fresco de la mañana me golpeó en la cara cuando abrí la puerta, dándome un breve respiro. El camino hasta la escuela siempre era el mismo, y gracias a que vivía relativamente cerca, no me veía obligado a utilizar el tren para llegar a tiempo.

Cuando llegué a la escuela me dirigí directamente al gimnasio, ya que según se nos había indicado, el día de hoy tendríamos la clase donde regularme los clubes se reunían a practicar, nunca había hecho ningún esfuerzos en ninguna de las clases, ni tampoco había estado interesado en los clubes deportivos, por lo que era mi primera vez visitando este sitio.

Como llegué temprano, supuse que no habría nadie aún dentro y que podría esperar tranquilo. Pero, para mi sorpresa ya había una chica dentro. No la conocía, y parecía tan concentrada en sus movimientos que me resultó curioso. Estaba en el centro de la cancha de baloncesto, lanzando tiros al aro con una precisión que me dejó sin palabras. La forma en que se movía, como si nada más en el mundo existiera en ese instante, me hizo pensar que tal vez ese era el tipo de enfoque que me faltaba a mí: esa capacidad de entregarse completamente a algo, de concentrarse en un solo objetivo y nada más. 

Prestando algo de atención en su apariencia podía decir que fácilmente podría decir que era la mujer mas hermosa que había visto, con un corto cabello castaño que simplemente acentuaba su dulzura. Tenía unos brazos bastante delgados, pero inclusive desde la distancia podía estar seguro que estaban bien desarrollados. A diferencia de mi, que llevaba una camiseta holgada de color negro y un short de color celeste, ella utilizaba una camiseta blanca y un short del mismo color que le quedaba perfectamente, resaltando su figura de una manera natural y elegante.

'Seguro es asombroso tener la motivación de hacer algo' pensé, mientras observaba sus movimientos con una mezcla de admiración y desconcierto. Incluso para alguien como yo, que siempre había preferido mantenerse al margen, me costaba entender por qué alguien se esforzaría tanto en algo como el baloncesto. ¿Qué la impulsaba? ¿Qué la mantenía ahí, una y otra vez, lanzando balones incluso en la soledad cuando nadie podía ver el resultado de su esfuerzo?

Me quedé unos momentos en la entrada, observando en silencio. El sonido del balón botando sobre la cancha y el roce suave de sus zapatillas contra el suelo parecían. No estaba seguro de si debería acercarme o seguir mi camino, pero algo en la escena me detuvo. No parecía pertenecer al grupo de los "genios", aquellos que nacen con un talento natural. En lugar de eso, parecía alguien como yo, alguien que había tenido que trabajar más duro que otros, que había desarrollado sus pobres habilidades iniciales a base de esfuerzo y repetición.

Estaba a punto de entrar en la habitación para poder sentarme en un lugar tranquilo, cuando la chica detuvo su ejercicio y se giró brevemente, como si hubiera sentido mi presencia. Nuestras miradas se cruzaron y estaba tan concentrado en ver sus ojos que pasamos un par de segundos totalmente quietos.

''Buen día. ¿Pertenece al club de baloncesto?'' pregunté rompiendo finalmente el silencio, tratando de iniciar una conversación.

''Si. Mi nombre es Chinatsu Kano, soy de segundo año'' dijo mientras me daba una sonrisa y se acercaba un poco a mi con el balón en sus manos.

''Ayanokouji Kiyotaka, mucho gusto senpai'' 

Al terminar de presentarme se quedó mirándome fijamente durante un momento, como si estuviera evaluando algo. Sentí que estaba siendo medida, y por alguna razón, esa mirada no me resultó incómoda, sino... curiosa. Quizá algo en la forma en que se mantenía tranquila, sin parecer presionada, me hacía sentir que no había nada que temer en ese intercambio.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, volvió a hablar.

''¿Quieres intentarlo?" dijo, extendiendo el balón hacia mí y girando un poco la cabeza, dándome una leve sonrisa.

No esperaba este intercambio, pero simplemente acepté su pequeña oferta. No es como si me importara jugar un rato.

''Está bien, aunque debo de admitir que no puedo compararme con un miembro del club de baloncesto'' dije mientras me rascaba la nuca intentando dejar en claro que no era muy bueno, ya que en realidad nunca había jugado.

''Entonces... ¿Te parece probar tiros?'' dijo con esa misma mirada que me tentaba en apretarle las mejillas.

'Como es que puede ser tan linda' pensé desde lo mas profundo de mi mente, obviamente nunca diría eso en voz alta.

''Claro, ¿Te parece empezar?'' mi oferta tenía una intención oculta, solo espero que no se enoje.

''Si, pero hay que hacer interesante este juego... el que falle debe cumplir una petición del ganador'' dijo mientras levantaba un dedo poniendo delante de sus labios.

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''Me parece bien, espero ver que demandas quieres hacerme senpai'' dije mientras soltaba un ligero suspiro y miraba como se preparaba.

Ella se paró frente al aro, su figura erguida y con una postura impecable. Tomó el balón entre sus manos con una soltura que solo la experiencia otorga, la piel de sus dedos se deslizó sobre la superficie rugosa del balón. No había prisa en su movimiento, pero había una calma decidida, una concentración absoluta en cada pequeño gesto. Su respiración era lenta y controlada.

Sus ojos, enfocados en el aro, brillaban con una intensidad tranquila. Dobló ligeramente las rodillas y, con un rápido movimiento, levantó los brazos, alineando el balón con el aro en un gesto fluido. No había inseguridad en su postura y finalmente, en un solo movimiento, extendió sus brazos y lanzó el balón hacia el aire, trazando una curva limpia que obligó a entrar limpiamente el balón en el aro.

''Impresionante'' mis ojos habían observado fijamente sus movimientos, pero no creí que pudiera imitarlo en el primer intento

''¿Verdad?'' dijo mientras flexionaba su brazo, lo que la hizo parecer aun mas linda.

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''Parece que me toca'' dije mientras me colocaba en el punto donde debía realizar el disparo.

''Aquí'' dijo mientras me lanzaba el balón.

Al atraparlo no sentí ninguna presión, solamente tenía que replicar su postura y utilizar la fuerza exacta...

Imité su postura: piernas ligeramente dobladas, brazos extendidos, el balón alineado con el aro. Cerré los ojos por un momento, visualizando el tiro en mi mente. Todo tenía que ser perfecto. Con un movimiento fluido, lancé el balón hacia el aro, replicando el mismo gesto que ella había hecho.

Pero, aunque la ejecución parecía correcta, el balón no siguió la misma suerte. Tocó el borde del aro y salió disparado hacia un lado, lejos del objetivo. El sonido del rebote resonó en el gimnasio, llenando el espacio vacío.

"Parece que no fuiste capaz de copiarme al 100%", dijo ella con una sonrisa, como si estuviera disfrutando de la pequeña victoria.

"Así que te diste cuenta... La verdad, nunca he jugado baloncesto, así que espero que mi senpai sea algo indulgente conmigo", respondí con un suspiro

Ella levantó una ceja, claramente divertida por mi respuesta. "Mm mm, ya veo..." dijo, pensativa, mientras me observaba con una mirada algo juguetona. "Entonces, como castigo... Hazme caballito durante 5 minutos."

"¿Qué?" El impacto de sus palabras fue tan inesperado que ni siquiera pude procesarlo de inmediato. Me quedé allí, atónito, mirando a la chica como si hubiera dicho algo completamente fuera de lugar. Nunca antes me había sorprendido tanto, incluso dentro de ese lugar.

Ella parecía disfrutar viendo mi reacción. Su sonrisa se ensanchó aún más, y de alguna forma, esa ligera burla en su mirada hizo que me sintiera aún más fuera de lugar. Me quedé en silencio, sin saber si estaba bromeando o hablando en serio.

"Vamos, no hace falta que pongas esa cara", dijo, dando un paso hacia mí y levantando las manos en un gesto de tranquilidad. "Es solo por un momento, y la próxima vez podrás vengarte cuando me toque fallar."

''Te prometo que te arrepentirás de esto, senpai'' dije mientras me agachaba y tomaba una profunda respiración. ¿Acaso esto era la vergüenza?

''Lo que tu digas'' respondió ella, con un tono de voz juguetón, mientras se acercaba aún más y colocaba sus delgados brazos alrededor de mi cuello.

Me tensé un poco, sintiendo sus piernas posicionarse a ambos lados de mi torso, y aunque al principio la idea de cargarla me parecía absurda, no pude evitar darme cuenta de lo ligera que era. La sorpresa inicial comenzó a mezclarse con una sensación de incomodidad que crecía a medida que ella se acomodaba sobre mis hombros.

''Corre como el viento, mi pequeño Kouhai ♡'' dijo mientras sentía como su cuerpo comenzaba a moverse levemente por su risa.

No pude evitar suspirar y sacudir la cabeza, sabiendo que la situación ya había cruzado el punto de no retorno.

''Hai hai'' definitivamente la próxima vez me aseguraría de ganarle a Chinatsu-senpai y pedirle algo aún mas vergonzoso que esto.

Lentamente comencé a levantarme llevándola a cuestas, pero asegurándome que no se callera estabilizando su cuerpo mientras caminaba.

''¡Dame 80 vueltas!'' exclamó con una extraña emoción infantil.

''Solo dijiste 5 minutos'' dije mientras me negaba a soportar tanto.

¿Así es como terminaba la obra maestra de la sala blanca?, no pude evitar querer reírme de la situación. Últimamente estoy rodeado de gente tan problemática... pero no me molestaba tanto como lo pensé en un principio.

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